Ardilla sin alas,
voladora.
¿Cómo puedes saber
que la rama
a la que saltas,
en azarosa elección,
allá en lo alto,
no se doblará ante
tu peso?
¿Son siempre los
mismos
los caminos que
recorres?
¿Qué mapa invisible
guía tus patas y tu
cola
para hacerte
una pequeña gacela
de las ramas?
Esa veloz gracia
yo la quisiera
para andar por el
mundo
sin dar tumbos,
para saber en cada
instante
lo que quiero,
para moverme entre
los días y las horas
como tú, ardillita,
por el cielo.
Toronjil, diciembre 2008
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