viernes, 5 de octubre de 2012

Del cielo un poquito













Del cielo un poquito

Nunca se sabe
quien será,
quién llegará
a ser tu ángel,
en el momento
en que más lo necesitas
y menos lo esperas.

Puede ser
cualquiera, pero
nunca será
un cualquiera.

Tendrá alas,
se hará visible
y luego invisible,
tendrá mañas de ángel,
modos de ángel,
será ángel
todo el tiempo que
de él precises,
y luego,
como si nada, otra vez
de carne y hueso,
un mortal entre
mortales.

Y entonces,
ese ángel caído
irá abriendo el camino
para que llegue otro ángel,
hoy mismo,
o mañana,
si estás muy cerca del abismo,
si las urgencias
del alma o del cuerpo
piden ángel.

Pero,
¡todos atención,
estar atentos!
tales milagros
sólo ocurren,
si el hoy malherido,
herido a muerte,
o quebradizo
ser humano
en peligro de desplome,
ayer supo
ser ángel para otro,
-colgarse las alas de paloma
en las cicatrices
donde alguna vez tuvo
alas plateadas
de ángel verdadero-
y entregarse
a su tarea de criatura
que protege a otra
frágil criatura.

Qué digo,
no sólo ayer;
también mañana
habrá de estar dispuesto,
atento, presto,
el hoy maltrecho
y necesitado de asistencia
a oír el arreglo de la vida
que lo llama a ser ángel
con éste,
con el otro,
con quien sea
que esté urgido de concurso,
asiento o compañía
-ocurre con frecuencia
que nadie más
está por ahí rondando-.

Así pues vamos
los cualquieras
por el mundo
regalándonos
unos a otros,
otros a unos,
del cielo un poquito.


Las Brujas, abril 14 de 2009

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